La playa

Asentí observándola y escuchándola con interés
-Entiendo... -aparté el pelo que se me había puesto por la cara por culpa del aire- vaya, todos viajais tanto...

-¿No decías que te gustaba conocer otros lugares? -pregunté a Nero ante lo que había dicho.
Miré con horror a Laila
-¿No hay bosques prácticamente? ese mundo poco puede durar.

-Ahh perdona, creo que interpreté mal tus palabras -me quedé mirando hacia el mar, algo avergonzada por mi metedura de pata, luego volví a mirarle devolviéndole una sonrisa tal y como él había hecho.

Volví mi atención hacia las palabras de la feérica. Apenas había oído hablar de ese mundo, la Tierra y como era obvio, sentía cierta curiosidad por él a pesar de lo malo que parecía ser por su descripción.

-Que te acabarás durmiendo -murmuré dándole un suave empujoncito en el hombro a Nero.
-Supongo que la variedad de clase de plantas se debe a las diferecias tan grandes que habrá entre un mundo y otro -opiné tras lo que nos estaba contando.

Abrí la boca para hacer algún comentario, pero no sabía que opinar respecto a ese tema y cuando no sabía de que se hablaba, lo mejor era no opinar.

-Creo que prefiero la vida de este mundo -me eché a reír por lo bajo- aun no lo conozco lo suficiente como para marcharme a otro a investigar y más aun con lo que nos has contado, no pinta muy bien.

-No sé, por muy humana que yo sea esos humanos parecen tener unas costumbres diferentes a las nuestras... no creo que me hiciera mucha gracia ver como destruyen su propio mundo -lo pensé durante unos segundos- me llama la atención el lugar, pero no creo que quiera visitarlo, tenemos aquí un montón de sitios que seguramente les den mil vueltas. Yo también me quedo aquí.

-Cuídate Laila, nos vemos -dije alzando la voz para que pudiera irme mientras se alejaba.
Desvié mi mirada hacia Nero, que no había participado apenas en la conversación.